El fenómeno económico que está detrás de la nueva revolución tecnológica


La existencia de empresas representa una paradoja para la teoría económica formal, porque representa una “planificación sin precios”. Esta paradoja deriva de la confianza exclusiva en la teoría de que los precios asignan recursos, una confianza que hemos criticado más arriba. En el análisis de Coase, los individuos comparan los costes de utilizar el sistema de precios con los de la planificación sin precios. Las empresas representan unas instituciones de mercado sin precios en las que se toman decisiones y se asignan recursos. En el mercado, hay una cantidad óptima de esta planificación sin precios (Coase, 1937, nota en p.389). El límite para la integración vertical lo establece el caos de cálculo que puede infectar la planificación sin precios. Si, por ejemplo, el mercado de un factor productivo desapareciera completamente a causa de una integración vertical, todas las compañías que emplearan ese factor productivo se encontrarían en un problema de cálculo económico. No habría mercado para fijar los precios de transferencia dentro de la empresa. La firma ya no podría calcular sus pérdidas y ganancias en este línea de actividad (Rothbard, 1970, II, pp 554-560).
Gerald P. O’Driscoll y Mario Rizzo - La Economía del Tiempo y la Ignorancia
Muy pocos economistas se preguntan por los fenómenos económicos que explican la aparición repentina de gigantes tecnológicos en unos pocos años, como pueden ser Alphabet (Google), Facebook, Amazon, eBay, etc. El enfoque de Ronald Coase, al que se refiere la cita anterior, sí permite un mínimo entendimiento de qué está sucediendo en nuestros días en cuanto a la aparición de estas compañías gigantescas que no paran de crecer incluso cuando son ya gigantes.
Como bien explica la cita anterior, los empresarios pueden escoger dos sistemas para llevar a cabo sus operaciones. A la hora de incorporar un producto/componente o servicio en su actividad, puede ir al mercado y adquirirlo ya terminado, o bien, puede contratar otros factores de producción y planificar dentro de su propia empresa la producción del mismo. Por ejemplo, puede contratar a una tercera empresa para producir ciertas piezas y adquirirlas ya terminadas a cambio de un precio y una serie de condiciones, o bien, puede contratar los obreros y factores de producción para producir esas piezas y planificar la producción en su propia empresa. Ambas opciones tienen ventajas y costes, y la evolución de la tecnología y las circunstancias sociales provocan la existencia de dos fuerzas que actúan en sentido contrario: externalización e integración de servicios.
En el enfoque de Ronald Coase es importante entender cuáles son los inconvenientes de subcontratar o de integrar más actividades. Cuando un empresario decide ir al mercado a contratar directamente los productos o servicios, aparecen ciertos problemas. En primer lugar, hay que negociar las condiciones, lo que supone tiempo y trabajo. En muchas ocasiones, este fase se simplifica en los mercados más desarrollados, donde las condiciones ya suelen venir dadas por el vendedor y la regulación. Luego está el problema de las garantías, qué confianza o certidumbre puedo tener de que el vendedor vaya a cumplir con las prestaciones que promete. ¿Es solvente? ¿Sus productos tienen gran fiabilidad? ¿Cumplirá a rajatabla el acuerdo que hemos firmado? Más importante aún: ¿Cómo puedo saber que está cumpliendo? Son lo que se denominan costes de transacción. Las transacciones con terceros tienen ciertos inconvenientes, sobre todo cuando falta seguridad jurídica para forzar el cumplimiento de los contratos y disuadir a los incumplidores. A pesar de todos estos problemas, la externalización de servicios puede compensar a los mayores inconvenientes de la integración de actividades. Veamos cuáles son estos.
Cuando se integran muchas actividades y procesos dentro de una misma empresa también aparecen importantes costes. Esta integración de actividades exige una cada vez más difícil supervisión de los empleados. Normalmente estos cobran un salario fijo o variable por una jornada de trabajo o una serie de horas. Es difícil medir sus resultados o cuánto se está esforzando en su puesto de trabajo, en unas situaciones más que otras. Cuanto más elevado es el número de empleados y funciones, mayor es la dificultad para organizar y supervisar el proceso. Estos costes son principalmente de información, ya que al incluir todas las fases de producción en la misma planificación, se pierde información concreta de cada fase. A veces parece contraintuitivo, ¿quién puede saber más que quien organiza todas las fases en el mismo proceso? El problema es que al no haber precios de transferencia entre productos y fases, no se sabe cuál es el valor que aporta cada sección o actividad. Cuando el volumen de actividades en el proceso se hace demasiado grande, empiezan a aparecer preguntas del tipo: ¿estamos usando demasiados recursos o factores de producción en alguna de las fases? Difícil de saber, ya que no tenemos datos de rentabilidad de cada fase. Sí que puede darse cuenta de que el precio de mercado de algunos componentes o servicios es menor que el coste que supone para la empresa producirlo por sí misma, pero quizás desconozca la causa o qué factor de producción está usando en exceso.
Por lo tanto, tenemos por un lado los costes de transacción derivados de los intercambios de mercado, y por otro, los costes de integración o de información relacionados con el crecimiento de la empresa y el mal uso de los factores de producción. A veces las empresas externalizan funciones ya que disminuyen los inconvenientes de las transacciones (mayor seguridad jurídica, estandarización), otras veces integran servicios y funciones en su actividad ya que las tecnologías de supervisión han mejorado o el coste de gestionar información interna ha disminuido. Tanto los costes de transacción como los de organización de la actividad han disminuido, lo que ha significado en las últimas décadas un aumento de la productividad general en casi todas las actividades.
¿Cuál es el fenómeno típico de los supernegocios, estas compañías que en diez años alcanzan los primeros puestos por tamaño de los índices bursátiles? Casi todas las empresas internalizan funciones y externalizan otras, pero, ¿qué es lo que marca la diferencia en estos casos? Obviamente, la integración de servicios y funcionalidades es lo que explica que una sola empresa sea capaz de lograr tanto crecimiento en beneficios.
Las empresas de software e Internet han provocado un gran desarrollo de herramientas para automatizar operaciones y gestionar información. Desde una sola plataforma centralizada se pueden gestionar millones y millones de operaciones automatizadas, que no requieren un gran aumento de la mano de obra. Los costes de información son compensados con las nuevas herramientas de gestión de la información, hasta tal punto, que en algunos casos se ha convertido en una ventaja a la hora de lanzar nuevos productos (Big Data).
Veamos un ejemplo: Alphabet/Google nos ofrece decenas de servicios en la misma plataforma, los cuales van creciendo al igual que lo hace su negocio. Alphabet facturó 74.989 millones de $ en 2015, un volumen de ingresos enorme para una compañía con menos de 20 años de vida y sin realizar fusiones, solo adquisiciones. No es un simple intermediario que solo realiza un par de funciones y se lleva un margen pequeño, su beneficio fue de 16.348 millones de $. Lo que resulta aún más sorprendente es que los ingresos en 2016 están creciendo más de un 20%, mientras que el beneficio aumenta un 27%. La tendencia es imparable.
Selección_999(1590).pngpulse para ampliar
El mayor negocio de Alphabet es la plataforma publicitaria en torno al buscador. Veamos qué significa este negocio desde el enfoque de Coase. Anteriormente (y hoy en menor medida), la publicidad era un mercado mucho más fragmentado, donde televisiones, periódicos y otros medios de comunicación vendían una parte de su espacio a los anunciantes. Eran y son muchas televisiones y periódicos en muchas regiones, así como unas Páginas Amarillas para cada país. Esto sigue siendo así, lo que sucede es que una gran cuota de mercado ha sido centralizada en unas pocas plataformas que hoy atraen la atención de millones de internautas. El motor de búsqueda de Google automatiza un gran número de operaciones que antes no eran posibles, gracias sobre todo al avance del software y el desarrollo de algoritmos que “entiendan” cada vez mejor el lenguaje humano. Junto a esta actividad, la compañía ha integrado más servicios con herramientas como Gmail, Google Maps, Youtube (adquisición), etc. Las ventajas de integrar servicios centralizados en una plataforma superan de largo a las ventajas de externalizarlos, ya que es posible gestionar un volumen gigantesco de información y proveer servicios digitales a cada vez menor coste. La integración no solo es vertical, sino también horizontal. Un puñado de empresas se hacen con todo el mercado gracias a las economías de escala. Cuanto mayor es el volumen de operaciones, menor el coste por operación. Cuanto mayor son las redes, mayor es el valor añadido para los clientes.
Esta tendencia no se tiene por qué dar en todos los sectores y empresas, pero sí resulta visible en muchos negocios tecnológicos. No son nuevos sectores, son nuevos negocios que sustituyen a las organizaciones tradicionales en los sectores de siempre. Es curioso que estos aspectos no sean un tema habitual de discusión entre inversores en valor o de análisis fundamental, un campo en el que sigue dominando parcialmente la tecnofobia. La idea de que “los negocios tecnológicos son arriesgados porque son cambiantes y no están consolidados” debería ser sustituida por “muchas compañías consolidadas y asentadas están en peligro a pesar de su experiencia y trayectoria”. Allí donde una compañía integra con éxito un gran número de servicios a cada vez un menor coste, estamos ante un gran candidato a ganador en su sector. Que la compañía tenga 10 años de vida o 60 no es tan relevante en unas circunstancias tan cambiantes. No solo debería cambiar la perspectiva en términos de supervivencia de empresas, sino a la hora de estimar crecimiento de beneficios para muchas compañías. No tiene sentido pensar que los beneficios de Alphabet sufrirán el fenómeno de reversión a la media, calcular el beneficio medio de los últimos 5 años sería realmente absurdo. Sus beneficios seguirán creciendo a un buen ritmo.
Cartera Value: Si está interesado en el análisis de compañías desde una perspectiva de largo plazo, no dude en visitar la página de información de la Cartera Value.

Agustín Burgos Baena portada


Experts Training

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares